domingo, 3 de octubre de 2010

Poni desahuciado

Ah, no. No te la puedo creer, Osorio. ¿Sabés qué? Nada, yo vendo la empresa y me pongo un kiosco y se van todos a la concha de su madre. Cómo que qué pasó. Que son unos pelotudos de mierda, eso pasó. ¿Viste los planos? Acá está, mirá. Te das cuenta. No te das cuenta. Acá, ¿ves? Acá está el original y éste es el proyecto. No me vengas con el ingeniero, Osorio. El ingeniero las pelotas; esto está como si lo hubieran medido con la pija. Yo me busco un ponja y me pongo una tintorería. O no, un Lave-rap, y si vos y el otro pelotudo del ingeniero me traen la ropa se las prendo fuego. La señora Echegoyen me mata. ¿Cómo le digo que hay que parar la obra porque el boludo de mi contratista y el retardado del ingeniero no saben agarrar un metro y medir un terreno? Sí, el quincho va ahí, la pileta, bien. No seas pelotudo, Osorio, qué carajo me importan la mesita con las sombrillas ahora. La parrilla, ¿la ves? Ahí va la parrilla. Quince lucas de parrilla tenés. Ay, dios. Yo me pongo un lavadero de autos con cuatro negros y tres locas, y si vos o el otro tarado me traen el auto se los incendio. Mirá el espacio libre. Ahí están los arbolitos, Osorio. Los arbolitos. Mirá lo que tiene ahora de pasto y mirá lo que pusieron en el proyecto. Una mierda. El cliente garpa, no vos y el otro infeliz. Decime una cosa, cráneo, ¿qué hacemos con el poni de Echegoyen? ¿A ver? No, no, no. Cómo le digo a esta mujer que dos inútiles le desahuciaron el poni. Me pongo una remisería y se van a la mierda, che.

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