lunes, 2 de agosto de 2010

El perfil apendejado del posmoderno

El famosísimo cuento del chabón que salió a comprar fasos y no volvió hoy está más vigente que nunca. Uno de estos días voy a tener que agradecer a los kiosqueros de esta mugrosa ciudad por haber dejado de fumar. El tema es más o menos así: vas a comprar cigarrillos de 5,25 pesos el paquete, pagás con billetes y te tenés que comer el garrón. Le das 6, 7 pesos, 10, ponéle, y te tenés que aguantar el sermón o la cara de ojete. —¿No tenés una moneda? —te increpa el desgraciado desde su jaulita. La mitología urbana debería haber escrito volúmenes acerca de este fenómeno social. Se dice que los fasos dejan poca ganancia y entonces estos cretinos se fastidian al “desperdiciar” el cambio con el cliente fumador. Una vez pregunté a un kiosquero conocido el porqué de este fenómeno. Me dijo que —lo que pasa que ponés mucha plata en los fasos y te dejan poco—. Le dije que entonces no vendiera. —No, flaco, el cigarro tenés que venderlo porque el tipo que te viene a comprar se lleva otra cosa, te sirve como gancho, ¿entendés, eh? —me contestó el muy psicópata y yo le dije que entonces se dejaran de joder. Pensemos en el razonamiento: nadie quiere vender cigarrillos pero están algo así como obligados a venderlos. Mirá el problema de esta gente, ay. Pero te rompen las pelotas. En Triunvirato y Monroe compré puchos y cuando me iba escuché que uno decía al otro “no des monedas cuando te compran fasos, che; si no tienen cambio que vayan a otro lado”.
Mirá lo que son las cosas. Si nos ponemos a pensar, el tipo que fuma es algo así como que quiere pero no quiere, como que está obligado a fumar en una relación como la del diabético y la insulina. Además el fumador es un hincha pelotas que necesita cosas y lugar y aire para hacer mugre. Es muy probable que en realidad nadie quiera fumar, máxime aquel que lleva años haciéndolo y que suele preguntarse si no sería bueno dejar. Entonces podríamos poner al cigarrillo en la enorme bolsa de las necesidades creadas y como paradigma de este horroroso panfleto.
Qué loco que eso de inventar necesidades sea la principal invención del capitalismo. Tenemos sociedades basadas en pelotudeces donde el sentido de utilidad se esfuma entre lucecitas de colores. Y me gustó el tema del faso, che. A ver, empezamos a fumar porque nos obligan; ahora no tanto, pero en una época era algo así como el salto a la adultez. Entre tanta paja uno se ponía a fumar para ser pulenta. Tenías propagandas en televisión que ahora indignarían a media sociedad. Los kioscos tienen cartelitos de que no venden fasos a menores de dieciocho, son el bastión de las cosas inútiles que además joden el paisaje. Hay que ver la mugre en la ciudad que sale del kiosco. Botellitas, papelitos, cartoncitos, plastiquitos; la gente va, compra y tira. Mirá las paradas de bondis, las estaciones de tren. Además la gente tiene sed y toma bebida coloreada, tiene hambre y come un alfajor; tenés yogur con gusto a banana para evitar comerte una banana.
Hay que mover el mercado para movernos. Hay que progresar, producir, ir para adelante comprando y vendiendo cosas y, por lo tanto, necesitando y satisfaciendo la necesidad. Como el cigarrillo: tenés necesidad, fumás y te quedás esperando a que te vuelva la gana hasta que esta gana ya casi no existe, pero fumás. El coso del kiosco está al acecho construyendo una sub-comunidad de necesidades pendejitas. Los jipis del siglo pasado tuvieron clara una idea comercial: el sexo fácil. Te dicen de la libertad, del sexo “libre”, pero todo eso son patrañas. Ya había jipis en la época de Platón; no sé, Antístenes, digamos, pero ahí el sexo no tenía problemas. De hecho, en esa época había más problemas con el amor y la política que con el sexo. Los jipis de la guitarrita y la barbita que se colaban una pepa para cojer fueron oportunistas y precursores de una nueva necesidad. Vos fijate que ni bien se propagó el internet en las casas, lo primero que empezó a pulular fue la pornografía. Siempre es de noche en internet. En mi adolescencia la pornografía al alcance de la mano, gratis, era una quimera. Ahora ponés “Wanda Nara en concha” en el Google y sanseacabó. UY NO, BOLUDO, si googleás eso venís a este blog. Decía, la libertad pasa por la obligación de comprar cosas. La tecnología te sirve para no quedar fuera del sistema. ¿No consumís tecnología? Sos un menonita de mierda, un lúser. Querés pero no querés. Querés un celular para querer suicidarte si nadie te llama pero de última podés mirar videos cuando vas en el bondi. Si la tecnología es buena para solucionar problemas entonces hay que inventar problemas. ¿No tenés problemas? No existís, man, pensá un poquito y vas a ver que por unos mangos tu vida podría ser un poquitín más cómoda; si no pensás esto podés ir al psicólogo. Yo creía que la comida era algo de primera necesidad hasta que miles de africanos hambrientos armados con AK-47 me convencieron de lo contrario. Bueno, tal vez África no exista en realidad y sea un invento de los europeos que parece están preocupados porque, aun siendo muchos y sin tener lugar, les da por cojer con forro y dicen que no van a tener quién labure (como si realmente laburaran estos hijos de puta), mientras que allá los negros tienen muchos hijos y les da por morir jóvenes, lo cual constituye la envidia del europeo que no se quiere morir ni de pedo ni de viejo. A dios le cortaron el cable y se mató. El forro del kiosquero dice que el kiosco lo tiene esclavizado y que no le da para cambiar el auto; debe ser por esto que me rompe las pelotas a mí. Tres muertos y un herido de bala al mediodía: la noticia de violencia es la mejor manera de estar pre-ocupado sin hacer nada. Miles de gringos compran armas con la oculta intención de rajarse el cerebro de un balazo. Anuncian frío polar para mañana y la del quinto B está preocupada por su Caniche Toy. La burocracia bien entendida empieza en casa. El posmoderno despliega su laptop sentado en el inodoro. Todos queremos pero no queremos ser unas putas.
Acá me sopla Juanca que la sociedad es ese incendio enorme que hemos creado y nos estamos matando a paja para apagarlo a puro bukkake, y nos re cabe.

6 comentarios:

  1. Leí, con mucho esfuerzo. Una gran concatenación de gansadas que datan de la malcomprensión de la sociedad y el modus vivendi. La apreciación de los kioskos es la cosa más neandhertal que leí este último mes (y he leído cosas atroces). Como hay blogs, y son gratis, cualquiera escribe aquellas cosas que merecerían la justicia del olvido de las libretas en las cajones, pero eventualmente recibirán el olvido de los bytes en el ecléctico basural virtual.

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  2. Debretinius, es obvio lo que estás escribiendo, si hubieses leído el primer post del blog, donde dice que la idea es, básicamente, publicar gansadas, te hubieses ahorrado el esfuerzo. Una pena. En todo caso, y ya que estamos, prefiero a los giles que publican gansadas únicamente en un medio gratuito (blog, facebook, etc.) y no los giles como vos y yo que, no conformes, lo hacen gastando papel.

    Te mando un abracito así, mirá, así de fuerte aaaaaaaaaaaasbsbsbsbsbs

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  3. ay dije hubieses-hubieses qué burrito eso me pasa por juntarme con los gansos de este blog muerte a todos

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  4. Me gustó la entrada, esta muy bien escrita. No tiene fisuras y utiliza con exito el resorte comico.
    No es una cuestion de genero pero podrian aclarar si escribe Laura o Justiniano o ambos?
    Creo que a pesar de ser un blog nuevo van encontrando el registro donde se sientan mas comodos para escribir.
    Saludos.
    Lu

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  5. Se agradece el fino sentido del humor para referirse a esta plaga esclavizante del pos modernismo, del cual quiero y no quiero salir.

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